domingo, 7 de febrero de 2010

ALFREDO ZITARROSA

DEFENSA DEL GAUCHO


(A Martín Fierro o Román Giménez)


En este trovar sencillo
lo que es gaucho te diré,
borrando la mala fe
del que lo volvió un cuchillo,
un haragán, sólo un pillo,
bueno para el alancear
o bueyes desjarretar
en las furiosas corambres,
con los hijos muertos de hambre
y él guitarrita y trovar.


Y el pobre en su condición
de servicial y parejo,
sin sospechar el manejo
del mandamás o el patrón,
primereaba en la función
de las revueltas civiles,
achurándose de a miles,
vecinos vueltos contrarios,
con el polvo por sudario,
con una cruz de fusiles.


Y creyendo, así, servir
la patria, sus claros trillos,
fue un oficio el del cuchillo
y una razón: la de herir;
no supo nunca mentir,
fue por amistad y arrojo,
un empecinado abrojo
de la loca caballada,
con la muerte y la Patriada,
como una venda en los ojos.


Y después, cuando volvió,
treinta años tengo de ausencia
y, entre el yuyal, la querencia
casi no reconoció,
ni siquiera desmontó,
clavó la lanza en el suelo
y semidesnudo, en pelo,
galopó hacia la tormenta.
El que su dolor no sienta,
no nació bajo este cielo.


Alguno fue a preguntar
al Juez de Paz o al cacique,
los encontró de palique,
con suertes para firmar,
y comenzó a desconfiar
que en aquel reparto, nada,
ni una mísera tajada
iba a quedar a su nombre,
porque él no era un prohombre
con apellido y espada.


Y peleó y se emborrachó,
como el gaucho Martín Fierro,
vuelto león topó a los perros,
sin querer los matrereó
y en algún abra dejó
su perseguida pisada,
fue leyenda condenada,
cuento de espanto y de robo
y el que lo empujó a ser lobo,
comía la borregada.


Quiero que me entiendas bien,
ésta es la historia sencilla
del gaucho, de su Mansilla,
por tanta gente de bien,
y, si me entendiste, ven
sin lágrima, sin lamento,
te pido el recogimiento
de un instante, para oírlo
en ese canto de mirlo,
en esa lección del viento.




A DON JOSÉ


(Milonga)


Ven a ese criollo rodear,
rodear, rodear...*
Los paisanos le dicen,
mi General.


Va alumbrando con su voz,
la oscuridad...
Y hasta las piedras saben,
adónde va.


Con libertad, ni ofendo ni temo.
¡Qué Don José!...
Oriental en la vida,
y en la muerte también.


Ven a los indios formar
el escuadrón...
Y aprontar los morenos,
el corazón.


De fogón en fogón
se oye la voz:
– ¡Si la Patria me llama,
aquí estoy yo!


Con libertad, ni ofendo ni temo.
¡Qué Don José!
Oriental en la vida,
y en la muerte también.




MILONGA DE CONTRAPUNTO


Milonga, flor “galponera”,
novia fiel del “payador”,
permitíle a este cantor
arrimarse a tu “pollera”.
Soy un trovador cualquiera
y he de pedirte al cantar
tratando de improvisar
con tus prolijas razones,
que olvides otras canciones
que también supe entonar.
Yo he nacido en este suelo;
no hay más Patria para mí;
en este suelo crecí
como mi padre y mi abuelo.
Pero hoy estamos de duelo,
milonga, y hasta el más “potro”
al ver el dolor del otro
se “ablanda” aunque sea un momento:
para mí no hay sufrimiento más grande que el de nosotros.
Yo me pregunto si es cierto
que somos todos iguales,
al ver a “los orientales”
cambiando muerto por muerto.
Para mí no hay más “entuerto”
que la astucia del “mandón”:
ése es malo, éste es peor
y aquél es bueno del todo…
La cosa es hallar el modo de separarnos mejor.
Hay una cosa evidente
y hay que decirlo también:
que el que manda sabe bien
cómo engañar a la gente.
El que me juzgue imprudente
por hablar de estas “cuestiones”,
que analice las razones
que le va a dar el que canta;
si vivo de mi garganta,
también vivo en mis canciones.
No se ha de esconder la mano
en asuntos principales;
“oriental” entre “orientales”,
yo también soy ciudadano.
Si me debo a mis hermanos
también me debo a mí mismo
y pienso que no es lo mismo
la duda que la paciencia:
si me duele la violencia
más me duele el “pachequismo”.
Si yo no tengo razón
que me lo diga la gente;
hemos visto al Presidente
hablar por televisión.
Yo lo vi en una ocasión,
ya casi de madrugada;
del pueblo no dijo nada;
dijo que habían “unos locos”
que son malos pero pocos,
y “se la tienen jurada”.
Nunca ha hablado de nosotros,
sino de la “subversión”;
no dicen nada del peón,
del “medianero” tampoco;
él piensa que con la foto
que le publican los diarios
se asustan los adversarios,
el obrero, el estudiante,
que la gente es ignorante
y que él es un visionario.
Mientras los campos “se agrandan”
él sigue “poniendo el pecho”,
atropellando el derecho
y contratando guardaespaldas.
Si al que tiene que “yugarla”
no le gusta el Pachequismo,
se aumenta para el turismo
la carne a quinientos pesos
y ha de ser tal vez por eso
que un dólar vale lo mismo.
Nadie puede “especular”
excepto los oligarcas;
ellos engordan sus arcas
y la gente a trabajar.
Nos han obligado a odiar
a los vivos por los muertos,
y aunque es muy triste es muy cierto:
mientras faltan hospitales,
en la “casona de Suárez”
hay piscina y helipuerto.
Los que decimos que miente,
al ver que nos ha mentido,
somos unos “mal nacidos”
para el señor Presidente.
El que no sea consecuente
con el Poder reaccionario,
tiene que “hacerse el otario”
o hacerse cómplice de él,
porque firmando un papel
él puede cerrar los diarios.
Dice que hay “Revoluciones
técnicas” y de verdad,
pero a la Universidad
le debe tres mil millones.
Y dice cosas peores
–más no se puede pedir–:
el Gobierno va a elegir
al mejor educador;
si puede ser profesor
Pacheco lo va a decir.
Con eso del “comunismo”
y la “cuestión de la vivienda”,
él quiere que el Pueblo aprenda
a hablar siempre de lo mismo.
Pero hay un profundo abismo
entre el rico y el obrero;
no comparten gallinero
el pollo y la comadreja.
Si los muertos no se quejan
por algo es que se murieron.
INTERRUMPE VOZ II: *
Permita que le interrumpa
su “dina”** interpretación,
como cantor “del montón”
le v’ia a hacer una pregunta:
la palabra que “trasunta”
permitamé que le insista,
para usté es una conquista
andar cantando esas cosas,
pero “amigo Zitarrosa”
usté ha de ser comunista.
Z: Si usté mira el “camellón”
cuando el “máiz” viene “grelando”
no alcanza a ver para cuándo
le llegará la sazón.
Por esa misma razón,
al que se sienta “Frentista”,
el llamarlo comunista
es como llamarlo amigo;
no alcanza a verse el ombligo
el que le falten “las vistas”.
VOZ II: Así que usté es del “Frentiámplio”
–me lo hubiera dicho antes–;
la cosa es “que el cuerpo aguante”
como aquí le dice Hilario;
yo le v’ia ser “alversario”
porque el señor Presidente,
siempre “de cuerpo presente”
y con cara de “hombre malo”,
les van a dar tanto “palo”
se les va a acabar el Frente.
Z: Lo que usté dice es verdad,
mire que yo no me engaño:
ya llevamos varios años
de “Pronta Seguridad”.
Pero aunque no tengo edad
para hablar del viejo Batlle,
permítame que le ensaye
una pregunta “batllista”,
si en vez de “hacerse el artista”
se anima a andar por la calle.
VOZ II: Yo le v’ia decir por qué
–mire que el hombre es “muy guapo”:
él no se va a hacer el “sapo”
para peliar con usté.
Y le v’ia decir también,
si le parece mejor
que él ha sido boxeador***
y que tiene “bruta piña”;
mientras la gente lo riña
las cosas van a andar “pior”.
Z: Será porque es boxeador
que gobierna al “contragolpe”.
Mientras el Pueblo soporte
los ricos viven mejor.
Yo sé que ese buen señor
tiene su propio gimnasio;
pero hay que trotar despacio
cuando el camino es “fulero”;
nunca vi burro “cuadrero”
ni negro de pelo lacio.
VOZ II: Le v’ia hacer otra pregunta
si me puede contestar
–porque no me va negar:
“Dios los cría y ellos se juntan”–
La “hacienda” anda toda junta
y eso es lo que yo le explico;
por algo el juez toca pito
si se comete un “penal”:
hay que saber gobernar
pa’ los pobres y los ricos.
Z: Yo le voy a contestar
en una forma sencilla
–no me pise la “gramilla”
que me va a hacer enojar–:
hay que saber separar
la arena de los guijarros.
Nunca vi tirar de un carro
un caballo y una vaca,
ni conozco “hacienda” flaca
que no se pueda engordar.
VOZ II: Usté “conversa” muy bien
pero no me va a decir
que alguien tiene que salir
a poner orden también.
Porque yo lo sé muy bien,
que no quieren trabajar
y “dispués” hacen parar
a todos los “sendecatos”;****
le hacen pasar “malos ratos”,
no lo dejan gobernar.
Z: No entrevere la baraja
si no le parece mal.
Para mí la principal
es la ley del que trabaja.
Mientras al pobre “lo atajan”
para que no se amontone,
a los que tienen millones,
estancias, bancos y diarios,
aunque sean “adversarios”
los tratan como “pichones”.
VOZ II: Las razones que usté dice
a mí me parecen pocas.
Y hasta “me juego la ropa”
por lo que voy a decir.
Para el que sabe cumplir
con su deber “donde cuadre”,
aunque los perros le ladren
primero la obligación;
y hay una sola razón:
porque la Patria es la Madre.
Z: Hay “razones”, como dijo,
para cualquier “acomodo”;
yo le v’ia dar a mi modo
las razones que “colijo”:
si la madre quiere al hijo
no se lo encarga a la tía.;
no ha de quererme la mía,
–aunque yo pueda quererla–,
si para que vaya a verla
me manda la policía.
VOZ II: Si mandar “la polecía”
a usté le parece injusto,
no se la mandan “de gusto”
si es que usté la merecía;
y le digo “entoavía”,
en eso del militar,*****
cómo me puede explicar,
ya que usté es tan “cevilista”*** ***
que el candidato Frentista
sea justo un General.
Z: Si yo fuera presidente
lo mismo que soy cantor,
haría todo lo mejor
para entregarle a mi gente.
Si el candidato del Frente
lleva galones dorados,
no ha de ser ningún pecado
–permítame que le diga–:
nunca se olvide de ARTIGAS,
“el General traicionado”.


* La llamada VOZ II está a cargo de Hilario Pérez.
** A pesar de estar escrito de esta manera, se escucha decir “digna”.
*** Se escucha “boseador”.
**** Se escucha “sindecatos”.
***** Se escucha “melitar”.
*** *** Se escucha “civilista”.




CHAMARRITA DE LOS MILICOS


Los boliches del Cerrito
no son para los ricos;
si alguno llega a entrar,
difícil que haya lugar.
Allí cerca hay un cuartel
con cañón y coronel.


Chamarrita cuartelera,
no te olvides que hay gente afuera.


La otra noche en una farra,
un milico con guitarra,
mirándolo al patrón
le cantaba esta canción:
“aunque salga a hacer mandados,
un milico es un soldado”.


Chamarrita de los milicos,
no te olvides que no son ricos.


Los boliches del Cerrito
están llenos de milicos
con ropa militar
y otros de particular:
una cosa es una cosa
y otra cosa es otra cosa.


Chamarrita del miliciano,
los milicos son tus hermanos.*


Si se forma algún merengue,
el cuartel de los Blandengues
se queda donde está
–cada cosa en su lugar–;
los milicos no son bobos,
aunque sirvan para todo.


Chamarrita de los milicos,
no te olvides que no son ricos.


Los boliches del Cerrito
están llenos de milicos,
y el milico cantor
les entona esta canción:
“Cuando pasa el Presidente,
los milicos ya no son gente.” **


Chamarrita cuartelera,
no te olvides que hay gente afuera,
cuando cantes pa’ los milicos,
no te olvides que no son ricos,
y el orgullo que no te sobre,
no te olvides que hay otros pobres.


* En las versiones posteriores, en lugar de los versos que dicen “Chamarrita del miliciano, / los hermanos.”, repite “Chamarrita cuartelera, / no te olvides que hay gente afuera”.
** Por los versos “Cuando pasa el Presidente, / los milicos ya no son gente.” en la versión del disco Primer Festival Internacional de la Canción Popular, dice “Hay milicos de los buenos / como los milicos chilenos”, y en la que aparece en Textos políticos (2004), tomada de una actuación en vivo de 1977, canta “Hay milicos y milicos / de los grande’ y de los chicos” y, además agrega una estrofa completa antes de la final: “Hay milicos con conciencia, / milicos que no piensan / y algunos que yo sé / creen que el pueblo no los ve. / Hay milicos como hormigas / pero todos no son Artigas”.


MILONGA DEL CORDOBÉS


Porque soy hombre sin vicio,
yo pertenezco a los indios
del general Aparicio.


No quiso que a su país,
los dotores y malandras,
encaramados arriba,
a los de abajo robaran.


Entre ávidos y logreros,
su lema fue “¡por la Patria!”
y cuando ensilló caballo
y llamó a la paisanada,
no fue por altanería
de poncho blanco en vanguardia.


Vio morir a sus hermanos,
supo lo que le esperaba,
con la claridad serena
de sus ojos y su barba.


Fue como Florencio dijo,
al retratarlo en sus cartas,
mucho coraje y astucia,
habilidad, suspicacia,
o fue el sentido común,
el pisar la tierra ancha,
queriéndola sin dobleces,
visto por Javier de Viana.


Entre ávidos y logreros,
su lema fue “¡por la Patria!”;
como siempre hay desertores,
vos dijiste “es la cáscara
que se va, el cerno queda”
e hiciste punta en la marcha.


Mas desde la Tricolor
te iba buscando una bala
y te encontró en Masoller,
agonizó la Patriada.


Águilas del Cordobés,
acosados por malandras,
quién no volverá los ojos
a tu blasón “¡por la Patria!”.


Porque soy hombre sin vicio,
yo pertenezco a los indios
del general Aparicio.




TRIUNFO DE LOS VENCIDOS


Éste es el triunfo, madre,
de los vencidos;
de los que nada tienen,
de los sufridos.


Nunca tuvieron nada,
menos cobijo;
sosteniendo la suerte
de algún caudillo.


Éste es el triunfo, madre,
que canto y grito;
por tanto gaucho muerto
desconocido.


Le hablaron de pelea,
probó el cuchillo;
agarró sus cacharpas,
sonriendo al hijo.


Éste es el triunfo, madre,
de los perdidos,
vueltos tierra del llano,
agua del río,
remolino de polvo,
flor de espartillo;
éste es el triunfo, madre,
de los vencidos.




ADAGIO EN MI PAÍS


En mi país, qué tristeza,
la pobreza y el rencor.
Dice mi padre que ya llegará
desde el fondo del tiempo otro tiempo
y me dice que el sol brillará
sobre un pueblo que él sueña
labrando su verde solar.
En mi país, qué tristeza,
la pobreza y el rencor.


Tú no pediste la guerra,
madre tierra, yo lo sé.
Dice mi padre que un solo traidor
puede con mil valientes;
él siente que el pueblo en su inmenso dolor
hoy se niega a beber en la fuente
clara del honor.
Tú no pediste la guerra,
madre tierra, yo lo sé.


En mi país somos duros,
el futuro lo dirá.
Canta mi pueblo una canción de paz.
Detrás de cada puerta
está alerta mi pueblo,
y ya nadie podrá
silenciar su canción
y mañana también cantará.
En mi país somos duros,
el futuro lo dirá.


En mi país, qué tibieza
cuando empieza a amanecer.
Dice mi pueblo que puede leer
en su mano de obrero el destino
y que no hay adivino ni rey
que le pueda marcar el camino
que va a recorrer.
En mi país, qué tibieza
cuando empieza a amanecer.


Coro
En mi país somos miles y miles
de lágrimas y de fusiles,
un puño y un canto vibrante,
una llama encendida, un gigante
que grita: ¡Adelante... adelante...!


Solo
En mi país brillará,
yo lo sé,
el sol del pueblo arderá
nuevamente, alumbrando mi tierra.




A JOSÉ ARTIGAS


Vidalita acordate de José Artigas,
y endulzate la boca, cuando lo digas.
A la huella de un siglo que otros borraron,
mintiendo los martirios del traicionado.


A la huella vieja, vidalitay,
que te estoy buscando,
junto a Lavalleja, vidalitay,
yo quiero oírte andando.


A la huella, primero, de José Artigas,
y sacate el sombrero, cuando lo digas.
Lararailaira, lararairá,
y sacate el sombrero, cuando lo digas.


Vidalita orientala, lejana y pura,
a la patria cantala sin amargura.
No hay más huella, canejo, que la de Artigas,
y jugate el pellejo, cuando la sigas.


Patria sola y patria, vidalitay,
patria sola y muda,
rompé tu silencio, vidalitay,
vamos en tu ayuda.


En tu ayuda, ¡ay paisanos!, monten caballos;
vamos mano con mano, los uruguayos.
Lararairara, lailararará;
vamos mano con mano, los uruguayos.*




* En una decisión inicialmente no compartida por el coautor, Alfredo Zitarrosa cambia estos versos, en las ediciones posteriores, por “En tu ayuda, ¡ay paisanos!, monten baguales; / vamos mano con mano, los orientales”.




A VOS PATRIA


Vení Patria y mirá
tus hijos machos cómo se van.
Vos preguntales adónde irán,
que alguien les diga que valen más;
algún día volverán.


Vení Patria y mirá
cómo los muerde la soledad,
–diente de pobre mastica más–
los que se aguantan por vos, están
amasando su pan.


Vení Patria y mirá
qué pan amargo van a sobar;
a vos también te convidarán
y sos el horno donde lo harán
–leña no va a faltar–.


Patria decilo vos;
qué es lo quiere el que te nombró?
dijo “la patria” y se disculpó
–tordo que empolle nunca se vio–
menos si ya comió...


Vení Patria y hablá
cuál de nosotros te faltará...
Los orientales que vos criás
hasta en los árboles pelearán
si es que vos los mandás.


Vení Patria y decí
cuál de nosotros debe morir.
Sobran varones y están aquí,
listos a pelear y porque sí,
si es que vos lo decís.


Vení Patria y mirá
éstos son hombres y están acá.




(La puntuación, la versificación y la ortografía son de Alfredo Zitarrosa)




CÓMO SE ADORA A DIOS




No adoremos a Dios como expulsados
traficantes del templo,
con palabras vacías de sentido
y sin la fe profunda
que aclara el pensamiento.


Se adora a Dios en el cincel de Fidias,
que admira el universo,
con la brocha inmortal de Miguel Ángel,
con las notas sublimes de Rossini,
con los cantos de Homero.


Se adora a Dios con la cabeza erguida
en medio del combate,
despreciando las iras del Proterno,
y hundiendo a los tiranos en el polvo,
con su hueste execrable.


No adoremos a Dios como expulsados
traficantes del templo,
con palabras vacías de sentido
y sin la fe profunda
que aclara el pensamiento.




DIEZ DÉCIMAS DE AUTOCRÍTICA




Vine a cantar, compañeros,
porque era mi obligación
no negarme a la canción.
Pero debo ser sincero,
y para mí lo primero
es que era un acto del "Frente".
Con el corazón caliente
y con la cabeza fría,
canté como suponía
que ustedes quieren que cante;
pero soy un militante
y mis canciones no son mías.
Por diferentes razones,
durante casi diez años,
he cantado desengaños,
rebeldías e ilusiones;
ésas fueron mis canciones
durante todo ese tiempo;
a algunas las llevó el viento
y otras dejaron memoria,
pero el tiempo no es la Historia
ni la vida es pensamiento.
Como muchos, he soñado
con el Frente, mucho antes
de que saliera adelante
como un sueño realizado.
Pero también he pecado
de ser individualista,
juramentado "anarquista"
frente a mi sola conciencia,
sin hacer más experiencia
que la de ser un artista.
Hoy siento que soy muy poco
como cantor y poeta.
Si nunca apliqué recetas
a mis canciones, tampoco,
ni más cuerdo ni más loco
que cualquier hombre prudente,
más de una vez fui inconsciente,
al ver que se me aplaudía,
de que en cada aplauso ardían
las manos de mucha gente.
Es riesgo del que realiza
su vida en un escenario,
sentir que es extraordinario
el horizonte que divisa.
Pero aquél que catequiza
apoyado en las bordonas,
si cantando no razona
como cualquier proletario,
deja de ser necesario
cuando el Pueblo lo abandona.
Yo no canté para ustedes
la canción que más quisiera.
Si por un milagro fuera
capaz de inventarla ahora,
sepan que sin más demora
que la de extender la mano,
hablaría de mis hermanos,
los muertos, los torturados,
los presos, los explotados,
de milico y de paisano.
Yo no he cantado las duras
consignas ( ) *
que se riman al reparo
de este Pueblo vigilante,
ni canté el verso rampante
del poeta consagrado.
Pero más que nada, aclaro
que mi canción más madura,
será la que cante puras
razones, que ya son muchas,
del compañero que lucha
sin pistola en la cintura.
Porque este Pueblo es "bagual"
y va a encontrar el camino;
el cantor es peregrino
sonido de este caudal.
Si algo soy, soy oriental
y ése es mi mayor orgullo;
más que flor quiero ser yuyo
de mi tierra, bien prendido,
del Pueblo sólo un latido,
de su andar sólo el murmullo.
Y sé que el triunfo es seguro
mientras estemos Unidos.
Con cantores aplaudidos
no se edifica el futuro.
Siento el deber, y lo juro,
de no cantar sino aquella
canción que como una estrella
alumbre, pero tan lejos,
que no cieguen sus reflejos
al que anda oliendo la huella.
Hasta siempre compañeros!
Sepan que tenía más ganas
de decir estas "macanas"
que de cantar. Lo primero,
para mí, es el Pueblo entero,
verdadero soberano,
de milico y de paisano,
cantando para sí mismo,
que marcha hacia el socialismo
y me lleva de la mano.




* En la edición original, de 1972, donde aquí aparece el paréntesis, dice “del ‘bocamaro”.


(El texto presentado es transcripción fiel de como fue publicado en el inserto del disco Textos políticos, de 1980)




DIEZ DÉCIMAS DE SALUDO AL PÚBLICO ARGENTINO




Allá en mi pago hay un pueblo
que se llama no-me-olvides;
quien lo conozca que cuide
su recuerdo como gema,
porque hay olvidos que queman
y hay memorias que engrandecen,
cosas que no lo parecen,
como el témpano flotante,
por debajo son gigantes
sumergidos, que estremecen.


Mi pueblo es un mar sereno
bajo un cielo de tormenta:
laten en su vida lenta
los estrépitos del trueno.*
Pudo engendrar en su seno
las montoneras de otrora
y cuando llegue la hora,
mañana, también podrá
clavar a su voluntad**
mil estrellas en la aurora.


No hay cosa más sin apuro
que un pueblo haciendo la historia.
No lo seduce la gloria
ni se imagina el futuro.
Marcha con paso seguro,
calculando cada paso
y lo que parece atraso
suele transformarse pronto
en cosas que para el tonto
son causa de su fracaso.


Mi pueblo no es argentino,
ni paraguayo ni austral;
se llama “Pueblo Oriental”
por razón de su destino.
Pero recorre el camino
de sus hermanos amados,
el de tantos humillados,
el de América morena
la sangre de cuyas venas
también late en su costado.


Mi pueblo no estuvo ausente
ni mucho menos de espaldas
a la trágica y amarga
historia del continente.
Fuimos un balcón al frente
de un inquilinato en ruinas
–el de América Latina
frustrada en malos amores–
cultivando algunas flores
entre Brasil y Argentina.


Pero mucho no duraron
las flores en el balcón
el rosquero y su ambición,
imprudente, las cortaron.
Y fueron las mismas manos
que arruinaron el vergel,
las que acabaron con él,
las que hoy muestran, codiciosas,
en vez del ramo de rosas
unas flores de papel.


No falta el bobalicón
nostálgico del jardín,
pero entre todos el ruin
es el que trajo al ladrón;
ése no tiene perdón:
si protegen sus ganancias
la decencia y la ignorancia
del pueblo, son sus amores;
no encuentra causas mejores
para comprarse otra estancia.


Ése sí no es oriental,
ni gringo, ni brasilero;
su pasión es el dinero
porque es multinacional.
Mentiroso universal
desde que vino Hernandarias,
piensa en sus cuentas bancarias
ponderando a los poetas
que hacen con torpes recetas
canciones estrafalarias.


Así pues no habrá camino
que no recorramos juntos.
Tratamos el mismo asunto
orientales y argentinos,
ecuatorianos, fueguinos,
venezolanos, cusqueños,
blancos, negros y trigueños
forjados en el trabajo,
nacimos de un mismo gajo
del árbol de nuestros sueños.


Y ahora reciban, señores,
un saludo fraternal;
dice mi Pueblo Oriental:
ya vendrán tiempos mejores.
Cifra de nuestros amores
poncho patria en el espanto
de mi pueblo y sus quebrantos
no les puedo conversar,
sólo les quise entregar
su corazón con mi canto.


* En la versión grabada en México, en 1980, dice “y a veces hace de cuenta / que ‘el mundo es ancho y ajeno’”.
** En la versión grabada en México, en 1980, dice “sembrar a su voluntad”.


(En algunos compilados aparece –erróneamente– como Diez décimas de saludo al pueblo argentino)


(Los textos en cursiva corresponden a partes recitadas)




DE LA LUCHA




No rempuje compañero,
‘jue pucha ni que anduviera
con dolor en la bastera
juyendo del entrevero.
Más despacito, aparcero,
que hay piedras en el camino,
¡pucha pueblero ladino!
cuando menos se afigura
que pretendo alguna achura
de las que le han oferta’o.


Deme por elimina’o
del montón de pretendientes
que se han afila’o los dientes
pa’ prendérsele al asa’o.
Yo no preciso aboga’o
ni migas del presupuesto,
porque no ando del cabresto
de ningún alto manate,
a mí no me ceba el mate
ningún negrito mima’o.


El que es ternero y no bala
anda asusta’o y en cuclillas,
pa’ él no son las amarillas
de las burras del esta’o,
pa’ él es el duro reca’o
y el Réminton y la lanza
y la bala que lo alcanza
pa’ que algunos como usté’
venga a contarle después,
historias de degolla’os.


Pero yo soy más porfia’o
que gallo comiendo tripa,
cuando el trabuco se engripa
lo mesmo sigue carga’o.
Más despacito, cuña’o,
pa’ qué quiero yo ese hueso,
puede ir repartiendo el queso
con otros que se lo coman,
yo en el bajo y en la loma,
siempre anduve bien monta’o.




TABARÉ




Tabaré lo apellidan los charrúas,
nació en los bosques de Caracé el guerrero,
¡hijo de mi dolor! una española
le decía llorando ha mucho tiempo.
Duerme hijo mío, mira: entre las ramas
está dormido el viento.


Ahí va callado, taciturno, extraño
Tabaré por el pueblo;
Blanca lo observa, sigue del charrúa
los tristes movimientos;
¿Es ella la que flota en su pasado?
¿Es la blanca visión de sus ensueños?
A una mujer tan blanca como aquélla
oyó cantar los cánticos maternos:
Duerme hijo mío, mira: entre las ramas
está dormido el viento.




Alfredo Zitarrosa construye su propio texto utilizando catorce versos –a los que modifica en algún caso y en otros transcribe textualmente–, extraídos de distintos momentos del extenso poema original, que contiene 4.500.