jueves, 15 de abril de 2010

JORGE CAFRUNE

ADIÓS GENERAL BELGRANO

Al alba ahí está Belgrano alertando a sus soldados.
¡Ah, generalito lindo, por bueno y sacrificado!

Adiós General Belgrano.
Peregrino de la Patria:
Memorias le traigo yo
de Tucumán y de Salta.
Al tope lo va nombrando seguro
la bandera azul y blanca.

Largándose norte arriba
todo el Pueblo se le suma
ganoso de libertad
sin desertársele nunca.
¡Qué importa que la perdimos en Huaqui,
Vilcapugio y Ayohuma!

Adiós, General; ya me voy.
Toda la tierra se vuelve patria.
Usté’ para darle gloria le crea
la bandera la azul y blanca.

Qué lindo cuando en Rosario
junto casi a las barrancas
vecinas del Paraná
su bandera desplegaba.
El sol alto de febrero marcando
los caminos de la Patria.

¿Se acuerda cuando el relevo
el gobierno le mandaba
y en la posta de Yatasta
con San Martín se abrazaba?
¡Qué lindo que se amistaran dos hombres
entendiéndose sus almas!

Adiós, General; ya me voy.
Toda la tierra se vuelve patria.
Usté’ para darle gloria le crea
la bandera la azul y blanca.


A DON JUAN MANUEL

Pueden ir tomando nota
lo que quieran atender.
voy a cantar con placer
lisonjas para un patriota.

Bien a lo lejos se nota,
que soy del suelo un pedazo,
pero, ¿qué quiere, amigazo?,
el que nació pa' cantar
nunca se debe callar
ni aunque lo dentren a lazo.

Fue brigadier general,
fue una llama precursora,
fue claridad de la aurora
y de la nacionalidad;
fue caudillo colosal
en las luchas del Desierto,
no figura entre los muertos
que la historia sublimiza,
pero dejó su divisa:
sendero de Patria abierto.

Sombrero en mano y de a pie
saludo al Restaurador
con el respeto mayor
con que su causa abracé.

Soy nacido en la Merced,
federal sin vuelta de hoja;
alzo la divisa roja,
pendón del argentinismo,
emblema de patriotismo,
y libro de limpias hojas.

Soy hijo y nieto, señor,
de caudillos federales,
colorados patriarcales
abanderados de honor.

Vaya este canto hecho flor
a deshojarse en la glosa.
Es la ofrenda respetuosa
de un cantor agradecido,
el recuerdo bien querido
de Don Juan Manuel de Rosas.


ARGENTINO HASTA LA PATA

Mi mamá cordobesa; riojano, tata.
Mi agüela santiagueña; mi agüelo’e Salta.
Mi tío, tucumano, y yo, jujeño.
Mi hermano que es el Zulca, catamarqueño.

Mi suegra, mendocina; mi hijo, pampeana.
Mi mujer, sanjuanina, hija’e puntano’.
Mi suegro, correntino ¡qué viejo gaucho!
Mi cuñáu, entrerriano; vive en el Chaco.

En Tucumán yo mi’ criáo.
A Salta le tengo apego.
Si me dicen santiagueño
me pongo ancho y no lo niego.
Si me dicen santiagueño
me pongo ancho y no lo niego.

“¡Cuyanos!”, gritan los changos
en pagos catarmaqueños
y mi corazón recuerda
los senderitos jujeños,
y mi corazón recuerda
los senderitos jujeños.

Yo soy de cualesquier parte;
soy de aonde diga el destino;
mesmo del norte o del sur.
¡Por algo soy argentino!
Sacále lo desparejo.
¡Por algo soy argentino!


LA PATRIA NO SE HIZO SOLA

A ver, usted, compañero:
Saque lanza y tercerola.
¡Vamos a ganar la Patria!
¡La Patria no se hizo sola!

Se fue haciendo de a poquito,
o a galope y a ponchazo.
Soy un veterano de eso;
disculpe, no me haga caso.

La Patria no se hizo sola:
la soñaron unos cuantos,
y la ganaron después
unos hombres de a caballo.

Se despertó como libre
un 25 de mayo
y luego en el Tucumán
sin dueño nos declaramos.

¡La Patria no se hizo sola!
Si quiere le voy contando:

La Patria tuvo pobreza,
y sus indios y sus gauchos;
tuvo yeguadas salvajes
y campos sin alambrado.

Tuvo quien la defendiera
-peleando y montonereando-
y supo bien acriollar
los gringos que la poblaron.

¿Le queda quién la defienda?,
Yo digo… es por si acaso.

La Patria no tiene precio,
no se compra ni se vende,
se lleva en el corazón
como prenda para siempre.

Ella sabe pedir cuenta
cuando levanta la frente.
¡Que no la invoquen en vano
los hombres, ni las mujeres!

¡La Patria no se halla sola!
Aprenda, si le conviene.


LA PURA VERDAD

La vida y muerte del Chacho, ya nomás estoy cantando.
Él cayó por su provincia, nosotros vamos andando.

Mi general Peñaloza, la pura verdad.
Mi general Peñaloza, la pura verdad.
Padrecito de los pobres, padrecito de los pobres:
no quiera la suerte nos llegue a faltar.

Se lleva atrás de su poncho la pura verdad.
Se lleva atrás de su poncho la pura verdad.
Los riojanos corazones, los riojanos corazones,
no quiera la suerte nos llegue a faltar.

Con nadita se ha quedado, lanza y poncho solamente,
porque todo lo que tiene lo reparte con su gente.
Mi general Peñaloza, por su vida cuídese;
los humildes de La Rioja lo precisamos a usted.

Los humildes de La Rioja, la pura verdad.
Los humildes de La Rioja, la pura verdad.
Lo precisamos a usted, lo precisamos a usted.
No quiera la suerte nos llegue a faltar.
No quiera la suerte nos llegue a faltar.


LA VUELTA DEL MONTONERO

Lucilo Ramón Argüello,
prisionero echáo de lomo,
a juerza de ni sé cómo,
no me pasan a degüello.
De un galope y sin resuello
me trujo mi doradillo,
soy soldáo de mi caudillo,
y como güen entrerriano:
pa’ los amigos la mano;
pa’ los otros, el cuchillo.

Estando entre hombres, cavilo.
No ha de ser pa’ que se asusten;
he traído pa’ lo que gusten,
recién asentao el filo,
en sangres de rejusilo,
tengo el pecho envenenáo,
y aunque ando solo,
cortáo, y desconozco la cancha,
el que quiera hacer pata ancha,
que se vaya haciendo a un láo.

No crean que los provoca
un zafáo de nacimiento,
es que amor y sufrimiento
me han puesto hiel en la boca.
Al que le toca, le toca;
si hay quintadas en el quinto,
soy pintor y cuando pinto
pinto flor en pinta brava,
y el que me pise la taba
tendrá que tantearse el cinto.

De juro no es de Entre Ríos
quien considere que abuso.
Dios o Mandinga me puso
como un tapial pa’ los míos.
Ranchos y campos vacidos,
va dejando el invasor.
Y envenenáo de dolor,
sangre pido pa’ mi lanza:
con uno que haiga me alcanza,
pero si son más, mejor.

Se ha de quebrar mi tacuara,
antes que mi empeño ceje,
Pancho Ramírez, el jefe,
mi palabra lo declara.
Quien tenga sangre en la cara
sabrán que cosas le obligan.
Aquí estoy pa’ que me digan
cuántos son y los que jueren;
los asustáos que se queden
y los otros que me sigan.

No es pa’ cantar la milonga,
que los convido a la fiesta.
En las patriadas como éstas
el baile es de meta y ponga.
Si la bala nos rezonga
duebla el valiente sus bríos,
naides sienta escalofríos
cuando chifle La Coruja.
Frente al clarín que rempuja
gritemos: ¡Viva Entre Ríos!


SOLDADO DESCONOCIDO

(Recitado)
No tiene tumba, ni nombre,
que lo salve del olvido.
Pero en uno, viven todos,
soldado desconocido.

(Cantado)
Es cosa fiera que nos manden al olvido,
como soldado desconocido
Uno ha luchado y ha guapeado y ha vencido,
y por ahí los huesos dejarán.

Recuerdo bien cuando peleamos como hermanos,
los correntinos, los entrerrianos,
valientes todos, tucumanos y cuyanos,
a la carga, que supimos dar

Veterano viejo soy,
y peleando puede ser,
que por ahí me hagan finao,
mejor que no, tal vez...
Apurao, me suelo ver,
pero debo resistir,
a la carga, ya nomás,
vencer, si no, morir.

Santafesinos, cordobeses y porteños,
con los salteños y los jujeños,
los santiagueños y también catamarqueños,
con la Patria todos a pelear.

En la batalla se conoce al hombre duro,
medio curtido, para un apuro.
Pero al valiente, por ahí muerto, se lo juro,
nadie suele luego recordar.

Los caranchos puede ser,
que lo quieran avanzar,
y quizás, ni la ocasión,
de bien morir tendrá.
Pero el cielo le hace ver,
la bandera nacional,
y el soldado, ya sosegado,
podrá morir en paz.


ZAMBA PARA EL CHACHO

En el corazón del Pueblo
Peñaloza quedará
porque defendió su tierra,
porque era todo humildad.

Ninguno se crea eterno;
todo es llegar y partir.
Miren a ese Peñaloza
y cómo vino a morir.
Miren a ese Peñaloza
y cómo vino a morir.

Así mataron al Chacho,
así fue su dura muerte.
Si le quitaron la vida,
no le acallaron la muerte.
Si le quitaron la vida,
no le acallaron la muerte.

Como que era zarco el hombre
y libre entre sus hermanos,
se le pintaba en los ojos
todo el cielo de los Llanos.
Se le pintaba en los ojos
todo el cielo de los Llanos.

La cabeza del caudillo
queda en la plaza de Olta.
La soledad lo acompaña;
las estrellas son su escolta.
La soledad lo acompaña;
las estrellas son su escolta.

Ya Peñaloza no es nada,
ya la tierra lo recibe;
y en el corazón del Pueblo
ya su memoria se escribe,
y en el corazón del Pueblo
ya su memoria se escribe.

Como que era zarco el hombre
y libre entre sus hermanos,
se le pintaba en los ojos
todo el cielo de los Llanos.
Se le pintaba en los ojos
todo el cielo de los Llanos.